Breve historia de la democracia en México
Aunque la Constitución de México de 1917 llamó a un gobierno democrático, la democracia no comenzó a tomar forma en México hasta la segunda mitad del siglo XX.
Durante la mayor parte de ese siglo, México estuvo gobernado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), un grupo político monopolista famoso por imponer un orden social clientelista y basado en el clientelismo.
Con el paso del tiempo, los movimientos combinados del pueblo y la administración se tradujeron en la integración de las prácticas democráticas en el propio gobierno. Un sistema multipartidista se formó como resultado de un escándalo muy publicitado que siguió a la controvertida elección presidencial de Carlos Salinas de Gortari, en 1988.
Después de las elecciones, el partido de izquierda de la Revolución Democrática (PRD) se separó esencialmente del PRI, mientras que el conservador Partido Acción Nacional (PAN) amplió en gran medida su electorado. Estos eventos resultaron en la formación del sistema multipartidista que existe actualmente en México.
El impulso del presidente Ernesto Zedillo para aprobar la Ley Federal Electoral de 1996, que instituyó instituciones monumentos independientes, contribuyó a profundizar esta tendencia democrática.
Esta ley creó autonomía para el Instituto Federal Electoral (IFE) y otorgó financiamiento público a los partidos políticos para nivelar el campo de juego político interno.
En las elecciones legislativas de 1997, el PRI perdió su mayoría absoluta en la Cámara de Diputados por primera vez en su historia. Así, surgió la esperanza de una democracia auténtica en una nación normalmente invadida por la corrupción.
Esta esperanza y la búsqueda del progreso democrático, se destacó en la histórica elección presidencial de 2000, cuando el PRI perdió la presidencia por primera vez en 70 años frente a Vicente Fox, del PAN.
Si bien esta victoria simbolizaba una evolución del gobierno autoritario hacia una democracia legítima, parecía lograr pocos cambios reales. Aunque las elecciones nacionales estaban libres de una cantidad de interferencias secretas, las elecciones locales estaban todavía reguladas por el Tribunal Federal Electoral y en manos del PRI.
Esto porque los partidos débiles a menudo significaban una desigual distribución del poder en la Cámara Baja, en la medida en que el PRD y el PAN no estaban suficientemente aliados para superar el veto de facto del PRI. Más partidos dentro del gobierno significaba que había menos voces independientes de cada partido, debilitando aún más el poder de la oposición.
En 2006, el candidato presidencial del PRD, Andrés Manuel López Obrador, se negó a reconocer su derrota ante el PANISTA Felipe Calderón.
La negativa de los primeros se basó en la afirmación de que la ventaja de Calderón del medio por ciento (que consiste en 233,831 de los más de 41 millones de votos emitidos en las urnas) era demasiado estrecha para ser válida. López Obrador tomó las calles y perdió el apoyo de muchos seguidores que veían sus acciones como una personalización excesiva de la política.
No obstante, las acciones políticas de Felipe Calderón también dañaron la imagen del PAN. Al distribuir los puestos del gobierno basados en vínculos personales en lugar de partidistas y no tener en cuenta toda la experiencia profesional.
Así, hoy en día, la oposición con tendencias de izquierda finalmente resultó vencedora para la presidencia de México, encabezada por López Obrador.